Tron, la película original de 1982, no solamente marcó una época y puso la vara muy alta en lo concerniente a lo visual, sino que dio impulso a un género de películas que giran en torno al puente entre dos mundos, el humano y el digital. Piensen en su contemporánea Blade Runner, en la posterior Matrix y no dejarán de contar.
Si la primera Tron fue un éxito fue más que nada debido a la creación de un universo paralelo generado por computadora. Lo innovador atrapaba la atención más que la historia que contaba. Esos gráficos de neón, las líneas geométricas y las cuadrículas vibrantes fueron revolucionariamente innovadores.
Más de 40 años más tarde, y luego de una Tron: El legado (2010) que, a la distancia, no satisfizo la mayoría de las expectativas, ¿qué puede esperarse de una nueva Tron?
¿Van a rejuvenecer de nuevo a Jeff Bridges, protagonista de la original?
La Inteligencia Artificial es la mano, el brazo y el cuerpo del que se aferraron los guionistas y el director de Tron: Ares para crear esta fantasía de ciencia ficción, en la que, claro, de nuevo el puente entre lo humano y lo digital es central, troncal.
La empresa ENCOM, que sobrevive desde la película original, encuentra en esta película a quien le cuestione el liderazgo. Es Dillinger Systems, que dirige Julian Dillinger (Evan Peters, Jeffrey Dahmer en la serie Monster), nieto del turbio personaje que era Ed Dillinger (David Warner). Su madre es interpretada por Gillian Anderson, de los X Files.
El Ares del título, al que Jared Leto le pone algo de carisma, y también humor: prefiere a Depeche Mode que a Mozart, es algo así como un el protector de la red, el «Control Maestro», creado por Jullian (“No tengo miedo, y por eso soy poderoso” es su frase de cabecera). Se lo quiere vender a los militares (cuándo no), como el mejor soldado, ya que para él el futuro de las fuerzas armadas es la IA. Pero resulta que, al cabo de un tiempo, Ares y los “soldados” se desintegran.
Necesita conseguir algo que los haga perdurar. Un “Código de permanencia” para que las entidades digitales “duren” más de 29 minutos.
Y ahí entra el personaje de Jeff Bridges.
¿Rejuvenecido? Vayan al cine y averígüenlo.
De nuevo, como en las dos Tron que la preceden, la historia no es lo que más importa.
Tron: Ares fue filmada para proyectarse en los cines IMAX, que es donde evidentemente puede apreciarse en su mayor esplendor. Sonidos e imágenes son como un concierto rítmico al que convendría entregarse sin más pensamientos.
Como en el juego del parque de diversiones de Disney, si hasta las motos a las que uno se sube en el juego están replicadas en la película.
Es que Tron: Ares es eso: sentimiento, adrenalina. El director noruego Joachim Rønning ya es un conocedor de los gustos de Disney. Dirigió la última de Piratas del Caribe, y también la, por ahora, última de Maléfica. Sabe juntar y coordinar los elementos a mano -entre ellos, la música de la banda Nine Inch Nails (y la creada por Trent Reznor y Atticus Ross, curiosamente los mismos de otro estreno, Cacería de brujas)- para crear una fantasía que sea entretenida. Y lo cumple.
Ah. Quédense a ver la escena postcrédito.
Aventuras / Ciencia ficción. Estados Unidos, 2025. 119’, ATP con leyenda. De: Joachim Rønning. Con: Jared Leto, Jeff Bridges, Evan Peters, Greta Lee, Gillian Anderson. Salas: IMAX, Hoyts Abasto y Unicenter, Cinemark Palermo, Cinépolis Recoleta, Houssay y Pilar, Showcase Haedo, Belgrano y Quilmes.
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